
Esta muestra reúne obras de distintas épocas de Jorge Luis Vaca Forero, por lo que puede entenderse como una pequeña antología. Tener estas piezas reunidas nos permite, como visitantes, observar —y eventualmente identificar— los elementos estructurales que atraviesan el pensamiento del artista, constantes que aparecen una y otra vez en sus distintas operaciones creativas. Quisiera en este texto mencionar algunas de esas constantes.
Esta muestra reúne obras de distintas épocas de Jorge Luis Vaca Forero, por lo que puede entenderse como una pequeña antología. Tener estas piezas reunidas nos permite, como visitantes, observar —y eventualmente identificar— los elementos estructurales que atraviesan el pensamiento del artista, constantes que aparecen una y otra vez en sus distintas operaciones creativas. Quisiera en este texto mencionar algunas de esas constantes. En las obras de Vaca se generan intersecciones entre la memoria individual, la memoria colectiva (aquella que se narra, que se habita) y la memoria oficial: la del Estado,mla de la Nación. Esta superposición de memorias implica también intervenciones en su construcción, lo que incluye las desmemorias y olvidos: olvidos necesarios, olvidos culposos, desmemorias imperdonables. En esos pliegues se juegan múltiples capas e intereses. Un segundo eje que atraviesa su obra es el estudio de los símbolos de nación, como el escudo y el mapa. El escudo representa aquello que se cree y se espera de la nación. El mapa, por su parte, estabiliza fronteras y límites territoriales, marca divisiones entre departamentos y convencionaliza las riquezas materiales, hídricas y ecosistémicas.
Las convenciones cartográficas condensan discursos sobre los territorios. En buena medida, lo mismo ocurre con los billetes y monedas: dicen la nación desde otros repertorios, recuperan lo que se ha considerado memorable —lo humano, lo precolombino, lo histórico—. Frente a este conjunto de herramientas que iteran lo nacional, Vaca comenta con ironía- en ocasiones con amargura- aquello que no se suele representar: lo vergonzoso, lo terrible, excluido de la memoria oficial. Así, los símbolos nacionales se tuercen, y el canto a la patria se quiebra, se entrecorta.
Un tercer recurso presente en su trabajo es el uso de frases hechas, eslóganes y lemas. Los rituales nacionales consolidan la ilusión de nación mediante ese tipo de repertorios, de base lingüística. “Libertad y Orden” se lee en la cartela superior del escudo de Colombia. Se citan frases que, a lo largo de la historia, han sido pronunciadas por políticos, literatos, artistas y otras figuras públicas que han dejado huella en la memoria colectiva. Vaca las recoge, las remira, las introduce en las obras o en los títulos de las mismas.
Finalmente, en esta obra meticulosa — producto de largos procesos de estudio, ensayo y revisión de medios, dispositivos y recursos—, Vaca examina de manera constante estadísticas e información numérica, otra forma de mirar al Estado-nación desde la abstracción: se dicen con números los líderes asesinados, los desplazamientos, los kilómetros de territorio en disputa.
Esta muestra invita a jugar, a pensar, a sonreír con ironía. Con ingenio y mordacidad, Vaca descubre vericuetos tecnológicos y mecánicos desde los cuales puede reírse de la nación y de sus relatos. Porque se ama a esa nación malherida y porque sus continuas tribulaciones duelen tanto.
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