UNA AMBULANCIA CON WHISKY
Por Santiago Rueda Fajardo, curador de la exposición

Esta exposición reúne a cuatro artistas únicos, que se hacen presentes por su cáustica e irreverente manera de hacer arte. De entrada podríamos suponer que es un grupo de cuatro irredentos, unidos por su desprecio al conformismo y la corrección política, escépticos que han tirado por la borda cualquier supuesto de lo que el arte es. Desafiantes, que nunca dejan en claro si los homenajes son burlas y las burlas homenajes, si las citas son a ciegas, si lo que hacen es accidental o calculado, fortuito o preparado.  

Hay algo de cierto en ello, y esta es la primera vez que exponen juntos. También podríamos verlos como cuatro esencialistas que no dudan ni en un solo brochazo de la expresión directa, fanáticos de los colores radiantes y el pincel bañado de luz. Hay algo de cierto en esto también. Pero no es suficiente.

Paulo Licona ha trabajado sobre actividades que tienen que ver con lo extra artístico y lo divertido: pistas de skate, un restaurante que sirve platos circulares sobre una mesa de ping pong, instalaciones a punta de piñatas, actos pedagógicos dedicados a afinar la puntería mediante la tiradera de tiza, en una obra que surfea en todo tipo de superficies y objetos pintados, dibujados y fabricados en carpintería y cerámica, que van desde los pines a las gorras, las tablas de skate, las camisetas, los juguetes y los avisos de neón. En esta exposición, Licona se desdobla para hacer un cruce  de la miscelánea, la tienda y la pinacoteca.

Dick Verdult o Dick El demasiado, en sus propias palabras “humilde pero exagerado”, creador de la cumbia lunática y afamado DJ, es un artista con una larga experiencia en la vida -y en la noche- colombiana. Sus obras en esta exposición son indivisibles de su novela Las Pinochetas (2019), una Rabelasiana sátira sobre las intrigas del arte internacional que sucede precisamente en Colombia -hay que leerla y enterarse si usted es ó no, una pinocheta-.

Jorge Alonso Zapata es uno de los más originales artistas surgidos en Medellín en la última década. Sus pinturas circulares escogidas para esta muestra, realizadas sobre objetos reciclados, principalmente discos láser, con títulos como El cliente, De rumba, Cóctel, Burger, Dinosaurio, Globos de amor, entre otras, describen con humor vertiginoso la vida agitada exuberante y arriesgada del centro y el bajo fondo de Medellín, al que ha dedicado casi la totalidad de su obra.

El homenaje a Antonio Caro de Carlos Zerpa es una celebración postuma de la amistad entre ambos artistas, que data de fines de los años 70, y re descubre a Zerpa en nuestro país. Pionero del performance radical en América latina, en la IV Bienal internacional de Medellín en 1981, realizó enérgicas presentaciones en las que usaba y abusaba de figuras religiosas e imágenes patrias, incluyendo la bandera nacional, influyendo directamente a los artistas colombianos del performance de su generación.  En esta ambulancia, Zerpa rememora con cariño las obras de su caro amigo. En sus espontáneos dibujos aparece la infaltable mata de maíz, la Pepsi en vez de la Coca, los chicles Adams, el achiote, la fúnebre bandera minera, Magritte, Yoko Ono y Manuel Quintín Lame.

En suma, este cuarteto de cuerdos, de orígenes y vidas tan diferentes entre sí -Licona vive en Bogotá, Verdult en España,  Zapata pinta en Medellín, Zerpa dejó Venezuela y hace poco se fue a México-, la estridente y cruda manera de hacer arte, la actitud irónica y mordaz, son reflejo natural de algo cada vez más raro en el arte actual y ese algo, es el talento y la honestidad.