Hector Garzón
“Se nos volvió paisaje” es una frase que siempre hemos escuchado, la vemos en los medios, en títulos de libros ,e incluso, la hemos usado en nuestra vida diaria. Esta frase hace referencia a que a pesar de que nos muestren el problema a la cara lo volvemos costumbre y le restamos importancia. En Colombia, aunque esta frase se puede utilizar para muchas problemáticas, me he centrado en utilizarla para referirme a la deforestación y a los datos que aunque están presentes y son preocupantes, nosotros hemos decidido ignorar.
Durante las últimas dos décadas, en Colombia se han deforestado aproximadamente 3.1 millones de hectáreas de bosque. En el primer trimestre de 2022, se detectó un incremento del 11% en la deforestación en comparación con años anteriores, y se estima que esta tendencia continuará en lugar de disminuir. Las causas para esto son variadas pero entre las principales se encuentran la ganadería extensiva (dejar suelto el ganado para que coman el bosque nativo existente), el acaparamiento de tierras ya sea por ganadería extensiva o quemas ilegales, (donde el bosque nativo termina convirtiéndose en praderas para hacer cerramientos y posicionarse en las tierras), la deforestación para cultivos de uso ilícito, la comercialización de madera ilegal y la apertura de fronteras agrícolas.
Este proceso de deforestación no solo es preocupante por sí mismo, sino también por sus consecuencias, ya que los efectos indirectos podrían ser los más graves. La provisión de servicios ambientales en nuestro país depende de la salud de nuestros bosques, y si los perdemos, también disminuirán estos servicios. Un efecto evidente es la alteración de los ciclos del agua debido a la pérdida de conexiones en los ecosistemas forestales. Esta disminución no solo afecta directamente al ecosistema, sino que también repercute en la cantidad de agua que llega a las ciudades y que está disponible para la agricultura y la ganadería.
Proteger nuestros bosques y prevenir la deforestación no solo es una medida para preservar nuestros recursos ambientales, sino que también es una forma de proteger nuestra seguridad alimentaria y económica. Sin embargo, en nuestro día no somos conscientes de esto y aunque los datos estén allí, hemos preferido ignorarlos.
La obra “Paisaje Desértico” busca ser un detonante para el diálogo sobre las decisiones que tomamos. Durante dos décadas, y contando, hemos permanecido ciegos ante los problemas que enfrentan nuestros ecosistemas. Hemos observado los datos, pero se han vuelto parte del paisaje, sin ser conscientes de que todo está interconectado y de que nuestras acciones no solo afectan los entornos y las especies que los habitan, sino también nuestra propia calidad de vida así como de nuestras futuras generaciones.
Esta obra se basa en la visualización de datos como eje principal para su ejecución. Se utilizaron los gráficos de barras del aumento de la deforestación en Colombia y se separaron en láminas de cerámica por cada año, desde el 2002 hasta el 2022, los datos entonces se vuelven paisajes, paisajes montañosos como el de nuestro territorio, pero en lugar de una exhuberante capa de verdes, nos quedamos con tonos tierras, tierras quemadas, tierras deshidratadas que hablan de lo que podríamos llegar a experimentar si no hacemos algo al respecto. Cada Paisaje es diferente, pero en conjunto nos muestran nuestra realidad, podemos ver las 21 piezas y compararlas, ser conscientes de las disminuciones y aumentos que han ocurrido y en conjunto tener un panorama general del aumento de la deforestación de nuestro país en las últimas dos décadas.