Yo crecí llamando monte al bosque, siguiendo los avisos de la luna, aprendí a contar y recontar las cabañuelas, a escuchar al río, a entender las aves, a leer el páramo. Porque “sino, ¿cómo entiende usted el campo?”  me decía Julito Tovar al pasarme sus saberes.

Esta exposición es una invitación a conectarnos y entender este lugar al que llamamos con orgullo y dolor: hogar. Suena distópico, pero es innegable ese impulso que ocasionalmente tenemos de desconectarnos de nuestro entorno por medio de una reconexión con la naturaleza. Nos sorprende entonces aquel sentimiento llenador de hallarnos en un territorio de gran pluralidad cultural y ecológica. A veces deambulamos por él sin mayor atención, ignorantes de su historia y su lengua, perdiendo la conciencia de nuestra conexión con lo colectivo. 

 

A pesar de ello, la naturaleza se comunica con nosotros a través de un cúmulo de señales que guardan los relatos y los secretos del tiempo. Si el río ruge y hace sol, puede venir una tormenta en la noche; si está nublado, y brisa al paso de dos horas lloverá. Existe en ese lenguaje una complicidad que se transforma en arraigo, tanto al territorio como a la energía de la naturaleza. 

 

Las obras de Tatiana Arocha, Alejandro Tobón, Juan Carlos Zaldívar, Héctor Garzón, Camilo Bojacá, Eduard Moreno, y Andrea Marín que hacen parte de esta muestra nos recuerdan que vivimos sobre el mismo suelo y bajo el mismo cielo, aunque seamos desconocidos. Esta ventana a esa conexión indescriptible con nuestro hogar presenta reflexiones sobre lo que podríamos entender como colonialidad climática, un efecto mariposa que no sólo apela a la conciencia de descolonizar las costumbres que traemos del pasado, sino también a reconocer y curar las heridas que encontramos en el presente. 

 

Hacemos parte de ecosistemas que se resisten y luchan por sanar. También somos partícipes de un transculturalismo en el que a la vez somos comunidad afectada e  individualidad con poder de transformar. De esta manera, la exposición hace una invitación a abrir los sentidos a cada obra y propone un llamado a la acción para explorar una conciencia colectiva. 

 

Camila Rodriguez Jiménez